Las 13 rosas

La historia de las 13 rosas ha recorrido España a lo largo de los tiempos en cuanto a legado oral se refiere, pues la oficial no contempla los casos particulares de la guerra civil. Sin embargo, las fuentes orales directas e indirectas y las escritas, así como los hallazgos encontrados que las apoyan, muestran el talante feroz y anticomunista del fascismo, pues ya dijo José Díaz que “Cuando la burguesía – particularmente sus capas más reaccionarias- no pueden seguir dominando por procedimientos democráticos, apela a los métodos de la dominación fascista.” Unas palabras que simplifican las de Dimitrov en cuanto a la naturaleza del fascismo, quién no tiene dudas sobre el verdadero origen del fascismo:

“El fascismo no es una forma de Poder Estatal, que esté, como se pretende, «por encima de ambas clases, del proletariado y de la burguesía», como ha afirmado, por ejemplo, Otto Bauer. No es «la pequeña burguesía sublevada que se ha apoderado del aparato del Estado», como declara el socialista inglés Brailsford. […]. El fascismo es el poder del propio capital financiero. Es la organización del ajuste de cuentas terrorista con la clase obrera y el sector revolucionario de los campesinos y de los intelectuales”

De acuerdo con todo lo anterior, el recuerdo de las 13 rosas no debe ayudar a la configuración de la equidistancia política en la memoria colectiva, no debemos permitir que sus muertes sean visionadas por una ventana traslúcida debido a las manchas de tristeza ¡Pobrecitas! La pena se lleva la fuerza de su asesinato, pues estas mujeres no murieron por error o porque el estado fascista era y es “muy malo”, sino que murieron por ser comunistas, por organizarse bajo la bandera de la libertad y la emancipación de clase.

Pero no pretendo desviarme hacia el origen del fascismo, sino que pretendo dar unas finas pinceladas sobre la vida de las trece rosas y arrojar unos rayos de claridad sobre la verdadera causa de su asesinato.

A continuación, presento su historia.

Tras la entrada de los franquistas en Madrid y el Partido Comunista Español debilitado, la propuesta que quedaba era la búsqueda de posibles camaradas para crear una red de solidaridad con la idea de esconder y ayudar a escapar a los más significativos. Además, se pretendía trabajar en la clandestinidad y, por último, liberar a los presos políticos de las cárceles. Esta triple tarea recayó sobre Matilde Landa, de 36 años de edad, que, sin experiencia, se enfrentó a tales objetivos. De hecho, la falta de conocimientos sobre trabajo clandestino la llevó al fracaso al poco tiempo, siendo detenida el 4 de abril. En ese momento se la considero como “muy peligrosa por su cultura” y el castigo fue la pena de muerte. Por suerte, debido a que pertenecía a una familia acomodada, se pudo reducir la pena a 30 años de prisión. Más tarde, se trasladó a la cárcel de Mallorca, en la que recibió la presión de las femeninas de Acción Católica y del obispo de la isla para que se bautizara y antes de ceder al chantaje, a los intentos de persuasión violenta: se suicidó con el honor de no haber delatado a ningún camarada y, por tanto, con la seguridad de una, aunque difícil, posible reorganización de las células comunistas. Una complejidad que aumentó a la hora de encontrar afines, pues el fin de la guerra había supuesto un momento de agresividad silenciosa, en la que las presas esperan en silencio no ser detectadas por el depredador que espera atento cualquier paso en falso.

La JSU acabo formada por diferentes jóvenes, algunos de ellos con la edad de 15 años, asustados, presionados por la miseria, el miedo y la represión. Muchos de ellos se habían librado de los campos de concentración por error o casualidad, pero ninguno tenía posibilidad de encontrar trabajo al estar señalizados como “rojos” y la solidaridad era la única manera de alimentar cuerpo y espíritu. Así, poco a poco, aquellos y aquellas que habían dejado la militancia volvieron a la lucha intelectual y silenciosa de la clandestinidad.

Entre estos jóvenes se encontraban las 13 rosas, algunas de ellas, de ideología comunista o con tendencias socialistas e izquierdistas, habían constituido puestos de organización y dirección de la JSU, pero la mayoría había trabajado en la radio, repartiendo panfletos propagandísticos y/o como enlaces para pasar información entre los grupos. Otras, como Julia, estaban en la JSU por intereses relacionados con aficiones, o como Blanca, que no tenía relación alguna con la JSU y que también fue condenada por su ligazón con dicha organización. No obstante, todas ellas cometieron el delito del pensamiento crítico, algo que no puede eliminarse una vez se posee como ocurre con el conocimiento.

La historia de estas mujeres se une en su recta final en la cárcel de Ventas, que había sido construida por iniciativa de Victoria Kent con la idea de crear una cárcel basada en métodos de reinserción y habitáculos sencillos pero cómodos, con algunos muebles que pretendían darle un ambiente más acogedor. Victoria quería romper con los castigos hacia una población necesitada, sustituyéndolos por educación, conocimiento y salidas laborales. Un posicionamiento adelantado a la época. No obstante, las paredes de la cárcel de Ventas no vieron el progreso, sino todo lo contrario: el hacinamiento, la vuelta del ser humano a su reducción animal.

Las cuestiones por las que fueron condenadas a pena de muerte en la versión oficial consistían, sobre todo, en el asesinato de Gabaldón, su conductor y su hija por parte de Damián, Francisco y Saturnino, los tres militantes de la JSU. Sin embargo, ninguna de las trece rosas tenía relación con el asesinato, puesto que era físicamente imposible su participación. Además, la mujer de Gabaldón reabrió la investigación meses después, ya que creía que tras el asesinato de su marido estaba presente la mano misteriosa del ejército franquista que veía a Gabaldón como problemático, puesto que este estaba investigando casos de masonería en el ejército y de corrupción. Sin embargo, la investigación volvió a cerrarse sin datos relevantes sobre el crimen.

A día de hoy existen muchas películas y documentales que señalizan al fascismo como “malo” desde una explicación paternalista vomitiva y un alejamiento de su origen real, parece que el fascismo surgió por personalidades concretas “locas o psicópatas” que consiguieron el poder gracias a su “labia”. Esta tendencia a la infantilización del pasado puede llevarnos a ver situaciones concretas, pero generales al mismo tiempo, como hechos aterradores llevados a cabo por hombres que al tocar el poder se trastornan. Una visión totalmente falsa pero que permite mantener el fuego del fascismo tranquilo sin necesidad de poner en entredicho al capitalismo, Aunque desde una visión crítica debemos tener en cuenta las aclaraciones de Bertolt Brech: “Entonces, ¿de qué sirve decir la verdad sobre el fascismo que se condena si no se dice nada contra el capitalismo que lo origina? Una verdad de este género no reporta ninguna utilidad práctica.”

El libro de “Trece rosas rojas” de Carlos Fonseca ofrece una historia real documentada al máximo que no deja paso a la subjetividad y la interpretación y que permite observar con claridad que el franquismo no iba a por los “delincuentes” ni a por “los enemigos de España” sino a por quienes tenían ideas que ponían en peligro el estatus quo fuesen quienes fuesen y bajo cualquier pretexto.

Animo a leer este trabajo de recopilación que revive la historia y los motivos que quieren enterrar de a poquito, granito a granito de tierra, entre susurros de olvido para que nadie escuche las botas del fascismo caminar de nuevo entre la niebla de la equidistancia política.

La Montaña

Quienes conformamos esta revista queremos darte la bienvenida a La Montaña.

La elección del nombre no es aleatoria, sino un pequeño homenaje a la facción más radical de la Revolución Francesa, aquella facción que fue germen de lo que posteriormente sería el socialismo utópico francés que a su vez fue fundamental para el desarrollo de los movimientos obreros posteriores, destacando principalmente entre ellos lo que Marx denominó como socialismo científico. 

Así pues, el nombre trata de recoger el testigo de aquellos que lucharon por la defensa de los derechos de los trabajadores, no solo en sus reivindicaciones económicas, sino sobretodo en todas aquellas reivindicaciones políticas que les sean favorables. 

Asimismo, nos proponemos recoger el testigo de las luchas de todos aquellos colectivos, pertenecientes mayoritariamente a la clase trabajadora, que se ven especialmente discriminados por su etnia, nacionalidad, identidad sexual o de género…

Los principios que inspiran nuestra línea editorial son la defensa de aquellos valores que reivindicó la revolución francesa (libertad, igualdad, fraternidad) bajo la perspectiva de que estas son imposibles en un mundo donde el valor del dinero determina todo lo demás.

Entendemos que pese a que el monolitismo político pueda ser funcional a determinados proyectos políticos (y no tenemos nada en contra de ello) resulta un lastre en una revista cuya pretensión es agitar el debate abierto y sin cortapisas entre lo que se entiende popularmente como “la izquierda” es por eso que la línea que hemos tratado de esbozar es bastante plural que busca la crítica documenta y rigurosa de la actualidad, todo ello abierto a cualquier debate o aportación que nuestros lectores quieran hacer, hacemos nuestra la premisa marxista de que “bienvenida sea cualquier crítica inspirada en el juicio científico”.